Como el resto de estancias de la casa, el dormitorio se puede decorar de muchas maneras y dependerá de los gustos de cada uno. Sin embargo, debemos tener en cuenta que el dormitorio es un lugar de descanso y desconexión. Por ello, es importante hacer de este ambiente un espacio relajante.
Del mismo modo que un dormitorio se puede decorar cómo uno quiera, también se puede pintar cómo se desee. Pero lo más lógico es pintarlo en colores relajantes. Quizá penséis que el hecho de que un color sea o no relajante depende de la percepción de cada uno. Nada más alejado de la realidad.
Para determinar las emociones que suscita un color, debemos fijarnos en el círculo cromático. Los colores cálidos, que van del rojo al amarillo, pasando por naranjas, marrones y ocres, transmiten energía y vitalidad frente a los colores fríos, que van desde el verde y el azul hasta los lilas.
Colores suaves
En este sentido, si queremos que nuestro dormitorio transmita paz y tranquilidad tendremos que pintarlo con los denominados colores fríos. Los tonos más acertados para pintar el dormitorio son los azules, los verdes, los tonos pastel, grises, arena blancos… En definitiva, colores suaves.
La clave está en crear ambientes neutros que permitan el descanso y la relajación de cuerpo y mente. Para lograrlo, no sólo debemos centrarnos en los colores con los que pintemos las paredes, sino también en los textiles y piezas decorativas.
No sobrecargar la estancia con colores llamativos y demasiados contrastes es básico para brindar calma y serenidad al dormitorio.
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