Mientras el amarillo es un color que estimula la actividad mental e irradia energía, felicidad y optimismo, el azul induce a la paz, la tranquilidad y el descanso. Por ello, la estancia que decidamos pintar o decorar en estos colores será, sin duda, un espacio equilibrado y acogedor de esos en los que uno disfruta plenamente.

Una propuesta atemporal

Cada color nos ofrece un gran abanico de tonalidades, por lo que tendremos que decidir si preferimos tonalidades más suaves o más intensas. Si elegimos tonos más suaves, conseguiremos ambientes relajantes y armoniosos, y si nos decantamos por tonos más fuertes el resultado serán atmósferas vibrantes, repletas de energía. Esta decisión dependerá del uso al que esté destinado el espacio. Otra cuestión que también está condicionada a la finalidad de la estancia es si basamos la decoración en ambos colores por igual o destacamos uno sobre otro.

Una ventaja de este dúo cromático es que es una propuesta totalmente atemporal, siendo ideal para cualquier época del año. Jugar con amarillos y azules en otoño y en invierno transmite calidez y hacerlo en primavera o verano dota a las estancias de alegría y optimismo e incluso, invita a pensar en vacaciones. ¡Imposible no sucumbir a sus encantos!

A la hora de elegir los colores del resto de elementos los más apropiados para combinar con el azul y el amarillo son los neutros, como el blanco, el gris y el negro. Estos colores actúan como intermediarios y dotan de sentido, equilibrio y armonía a la propuesta. Si prefieres otros colores, te recomendamos que elijas verde o naranja. Eso sí, en pequeñas dosis porque corres el riesgo de sobrecargar el espacio.

Como veis, decorar en azul y en amarillo es una apuesta segura que te brinda infinitas posibilidades. ¿Te animas?