1.- Párate a pensar qué quieres conseguir. ¿Ampliar espacios, hacerlos más luminosos, sacar más partido a una determinada zona de la casa, destacar alguna de las paredes? Una vez definido el objetivo, elegir el color de la pintura te resultará más sencillo. Si la estancia es pequeña, tendrás que huir de los tonos oscuros y si, por ejemplo, quieres dotarla de luminosidad, optar por tonos más claros. Un azul te ayudará a conseguir un espacio más relajante, pero si tienes poco metros, no te lo recomendamos.

2.- Integra en las paredes los muebles más grandes. Si tienes una librería o estantería de obra o un gran armario, píntalos del mismo color que la pared. El resultado será un espacio más armonioso y equilibrado.

3.- Juega con los contrastes. Pintar una de las paredes de una determinada estancia de un color más intenso la dotará de protagonismo. Este juego de contrastes también te permitirá ampliar visualmente los espacios. Por ejemplo, si pintas la pared del fondo de un color más fuerte que las de los laterales, conseguirás que parezca más ancho.

4.- Colorterapia. Utiliza las sensaciones que evocan los colores para conseguir el resultado deseado. El rojo mejora el estado de ánimo, el blanco transmite paz y serenidad, el verde armonía, el azul relaja y favorece el descanso…

5.- Los techos, blancos. Si los techos no son muy altos, para conseguir ampliar visualmente el espacio y que éste parezca más alto, te recomendamos que los pintes de blanco. Este efecto también lo puedes conseguir eligiendo un tono más claro que el de las paredes.

Haz siempre una prueba de color en un metro cuadrado para hacerte a la idea de cómo será el resultado final, valora si tienes mucha o poca luz, si ésta es natural, artificial… Teniendo estas cuestiones en cuenta, la pintura se convertirá en tu mejor aliado y estrenar casa no te supondrá mucho esfuerzo.

¿Te animas?